miércoles, 1 de diciembre de 2010

Porqué no creo en las Almas Gemelas?


Yo creo en la posibilidad de que el sexo y el amor de pareja sea solo una ilusión  resultante del conflicto animal–conciencia en que el ser humano está sumergido. Me explico: Yo considero al ser humano como un animal el cual, ya sea por naturaleza evolutiva o por origen divino,  se le ha dotado de conciencia (la capacidad de reconocer que existe). Todos los procesos que rigen la vida de un animal (instintos) los tenemos dentro de nosotros y nos hacen funcionar, pero al concientizar las sensaciones que nuestro cuerpo recibe del proceso de ellos, generamos emociones y sentimientos, los cuales tienen en un continuo conflicto al hombre. El crecimiento espiritual se basa no en negar esos instintos y sus emociones resultantes, sino en TRASCENDERLOS.  Vencernos a nosotros mismos significa cuestionarnos nuestras reacciones instintivas y reservarnos el derecho de respuesta, lo cual engrandece y fortifica nuestros espíritus y la capacidad de existir sin materia.
Del instinto de conservación surge la violencia y el miedo, del instinto de alimentación surge la gula, del instinto de defensa surge la agresión y el odio…. Pero no todos los sentimientos  y emociones resultantes son negativos: Del instinto de protección y la necesidad de conjunto surge el amor por los demás.  Así, del instinto de reproducción, surge el “enamoramiento” entre parejas.  Es por ello que no creo en la teoría de las Almas Gemelas, porque el enamoramiento surge de la cruza de un instinto natural de reproducción y la concientización del proceso en nuestro cuerpo.  Pero entonces, ¿qué es el amor?  Obviamente es la vibración más alta resultante de esta mezcla, en donde la importancia personal del sujeto pasa a segundo plano siendo más importante la existencia del otro o de los demás. Y esto, aunque puede resultar en una relación de pareja, cuando el verdadero amor aparece no es sólo hacia una persona, sino hacia todo ser vivo y toda materia que nos rodea….
Es por eso que este proceso de trascender las cosas naturales de nuestro cuerpo y su conflicto resultante, debe de darse desde un deseo sincero de nuestro corazón. Es por eso que hay monjes que tienen relaciones sexuales o juegan al billar. Y eso no significa que estén haciendo cosas “malas” sino que su voluntad de trascenderlas (como la inmensa mayoría de nosotros) es todavía débil., pero eso no los hace ni más ni menos que otros.